Últimamente me sorprende ir a conciertos de bandas increíbles que no consiguen llenar la sala, y esto mismo sucedió con Triggerfinger. Y más cuando (todos sabemos que las comparaciones son odiosas, pero ahí están) se les compara con los Queens of the Stone Age o con los mismísimos Led Zeppelin. Con esa premisa yo me planto en el bar aunque sólo sea por curiosidad y ver de qué va el rollo. Pero el caso es que la sala estaba incomprensiblemente semi-vacía.
Algunos belgas se congregaron en la sala para ver a un grupo que en su país y norte de Europa llenan las salas. Porque estos de Amberes han teloneado a grupos como los Rolling Stones, así que no es moco de pavo, son unos auténticos bestias y el suyo es espectáculo del bueno.
Un escenario con un telón dorado de fondo marcaban la estética de lo que aparecería poco después, glamour en estado puro, lentejuelas doradas y guitarras rosas, muchas rallas y oscuridad (como la de las gafas de sol que lucía el bajista). Desde luego la estética no les hace justicia, y no pretendo ofender para nada. Porque su acting es también “glam”, de movimientos pélvicos y de cadera, de subirse sobre la batería para mover el culo rítmicamente, pero su música es más oscura, más stoner, más rockera. Aunque aún con ese estilo tan peculiar que tienen, no hay nada que desentone en su espectáculo, inmaculado y arrebatador. Qué mejor nombre que “Triggerfinger” para una banda que suena tan potente y desgarradora.
Subieron al escenario impecables, con más de una hora de retraso, para presentar en sociedad su nuevo disco, y durante una hora y media aproximadamente fueron desgranando sus cuatro álbumes de estudio, dándole prioridad y mayor protagonismo al último “By Absence of the Sun”. Comenzaron con “Black Panic” y no dieron mucha importancia a los anteriores discos hasta más de la mitad del concierto. Eché por ejemplo en falta algunos temas de su álbum debut y homónimo “Triggerfinger”, como “Commotion” o “Inner Peace”, auténticos himnos o su archiconocido cover de “I follow rivers”. O “Without a Sound”, que me ahoga y me deja sin aire cada vez que la escucho (imagino que si la hubieran tocado en directo me hubiera caído contra el suelo). Pero desde luego me empapé bien del sabor de su nueva e interesante propuesta.
A simple vista puedes hacer una radiografía de los personajes que interpretan cada uno en su show: Paul Van Bruystegem, el gigante bajista con aspecto de gánster chicagüense al que no quisieras importunar, golpeando fuertemente las cuerdas de su bajo, impasivo, vigilando. Mario Goossens, el inestable batería que aporrea sus baquetas contra unos platillos que lamerá posteriormente mientras te mira directamente a los ojos con descaro, provocándote. Y Rubén Block, el cantante que te observa atento mientras te analiza, el más elegante de todos, el que se gusta y hace que no puedas quitar tus ojos de cada movimiento que da, el que finalmente te ha hipnotizado y ha hecho que toda la sala guarde silencio sepulcral mientras la banda se toca “My baby’s got a gun”. En ese momento unos atracadores podrían haber desmantelado todo el bar que no nos damos ni cuenta, apenas conscientes para respirar. Fue el “momentazo” de la noche. Un cantante que no necesita un micrófono para que resuene en lo más hondo de ti y no puedas sacarte sus melodías de tu cabeza, que frecuentaba la zona más cercana al público para hacer precisamente eso, sentirse más cerca de él y que nosotros también pudiéramos sentir lo mismo.
El ambiente se estaba cargando tanto que sudaban hasta las paredes. Un despliegue de energía, de actitud y de implicación con un público que cada vez estaba más atrapado en sus redes hizo de éste uno de los mejores conciertos que he visto este año. Y esto me hace reflexionar… ¿dónde demonios estaba yo cuando tocaron hace tres años en el Azkena Rock Festival? ¿Cómo pude perderme lo que seguramente fue lo mejor del día, o incluso del festival?
Con “Camaro” se me iba terminando el aire. Mario Goossens casi hace que nos explote la cabeza cuando se marcó un apabullante solo de batería en “All This Dancin’ Around”. Gran remate con “Off The Rack” y “Cherry”, un perfecto final para un concierto inmejorable. Estoy deseando repetir, espero que sea muy pronto.
Lugar: Sala Azkena (Bilbao)
Fecha del evento: 23 de octubre de 2014
Texto: zaioa
Fotografías: David Mars