La noche estaba bastante fría en Madrid, sin embargo, los incondicionales acudieron a (casi) llenar el Nuevo Teatro Apolo para oír a esa voz personal y perturbadora como es la de Mark Lanegan(al que no puedo evitar imaginarme en un trío musical junto con Tom Waits y Leonard Cohen, lo cual no haría sino llenarme de felicidad absoluta). Parecía que la intensidad del concierto requería de dos teloneros para ir abriendo boca, y no dos cualesquiera. El primero fue el belga Lyenn, que, con un solo disco en el mercado, nos deleitó con su música entre el minimalismo y el rock, bastante experimental, que hizo que tuviéramos que estar bastante atentos (aunque aún no había entrado todo el público). El segundo escudero fue Duke Garwood, ese ser tremendamente dotado para tocar instrumentos (su habilidad contrasta con el escaso rango vocal que posee) que demostró, con diferentes técnicas, su dominio de la guitarra, la cual, en ocasiones, sonaba como si hubiera más de una.
Mark Lanegan salió al oscuro (como él) escenario, tenuemente iluminado con una luz rojiza. Gafas de sol y chaqueta americana, aires entre crooner y cowboy chulesco, agarrado al micro y mirando al suelo.
Sin mediar palabra con el público asistente su voz grave, intensa y rasgada a base de mala vida (aunque sin desafinar ni una sola vez) me encogió el corazón. Comenzó con When your number isn’t up, con esa frase “Turn out the lights”, dejando clara la oscuridad que nos iba a envolver. Y así fue, porque la segunda canción fue Cherry Tree Carol, un villancico que parecía tremendamente siniestro saliendo de su voz.
La presencia de Lanegan me había dejado tan obnubilada que tan solo cuando presentó a la banda me di cuenta de que tanto Lyenn como Duke formaban parte de ella. Lyenn al bajo, Duke a la guitarra e instrumentos de viento, una guitarra solista y una pequeña sección de cuerda formada por violonchelo y violín, porque esta gira se presenta como una gira acústica.
El concierto incluyó en su mayor parte canciones de su último disco, Imitations, de hecho la gira acústica se llama así. Y las canciones de Frank Sinatra (Pretty colors), Neil Sedaka (Solitaire), Nancy Sinatra (You only live twice) o Bertold Bretch (Mack the Knife) sonaron completamente nuevas interpretadas por él. Un momento mágico se vivió con esa versión de Satellite of love, recordando a Lou Reed, en donde la sección de cuerda casi me saca una lagrimita.
Aprovechando la presencia de Duke Garwood en la banda (y en la gira), el disco conjunto que tienen, Black Pudding, ocupó también bastante espacio en el concierto sonando Pentacostal, Mescalito o Cold Molly.
Tras una hora de actuación la banda abandonó el escenario con On Jesus program, de su disco, I’ll take care of you, para finalizar definitivamente con un bis formado por dos canciones, Bombed, de su disco Bubblegum y Halo of Ashes, perteneciente a su etapa como Screaming Trees, en donde su guitarra demostró sus dotes con un maravilloso solo.
Sin apenas despedida Lanegan abandonó el escenario, las luces se encendieron y todos volvimos a la realidad tras este viaje por la oscuridad que nos propuso Dark Mark.
Lugar: Teatro Nuevo Apolo (Madrid)
Fecha del evento: 26 de noviembre de 2013
Texto: aida