El mes de julio es fundamental para todos los amantes del jazz. Getxo, Gasteiz y Donostia reparten juego y programan a lo más granado del panorama jazzy junto a pinceladas pop, letanías góspel, destellos blues y rocoso rock. Tras el paso por el festival de Getxo, la 40ª Edición del Festival de Jazz de Gasteiz (curioso porque también era la edición 40ª del de Getxo) ha llegado y raudo para allá que me he ido. Llevaba ya un par de años sin acudir por mor de obligaciones familiares o por el escaso interés que me suscitaba el cartel, pero da gusto acercarse y que se acuerden de uno, y que, sobre todo, faciliten tu trabajo siempre con buenas palabras.
Este año había apuntado tres fechas. La deuda pendiente con Taj Mahal, una vuelta a la idiosincrasia de Tom Harrell (visto en el fabuloso también 365 Jazz Bilbao), ver si Joshua Redman conseguía noquearme otra vez (quizás el mejor concierto de jazz que yo haya visto), la curiosidad con Kenny Barron y Dave Holland y el segundo encuentro también con Jamie Cullum. Pero vayamos por partes.
El miércoles 13 era el día de gala del blues con el gran Taj Mahal. Multintrumentrista e influyente en multitud de bandas, su camino, siempre vinculado al blues, ha transitado también por la experimentación de la música con alma con ritmos africanos, jamaicanos,… Antes que él principió Ruthie Foster, texana de 52 años, y educada en el góspel. Y bien que se notó. De voz poderosa, sus temas deambularon entre el blues canónico, sedoso soul y notas folkies por doquier. Con la acústica como bandera, también se acercó a los teclados para desgranar un góspel pleno de sentimiento.
Tras Ruthie llegó la hora del gran Henry Fredericks, a.k.a. Taj Mahal que, achacoso en el andar, nos brindó una clase magistral de blues tradicional, salpimentado con todas las influencias que en su mundo han sido. Doce temas, la mayoría propios, que fueron desde el polvo al antro humeante, del fingerpickin de manual al boogie de Nueva Orleans, de los africanismos al calor musical de Jamaica. Presentados en un castellano caribeño y con gracia, los temas caían con tino, con la acústica presentando ritmos antañones (“Good Morning Miss Brown”), renovando fórmulas con el trote country (“Fishing Blues”), y aportando calidez y tintes africanos con la guitarra clásica. También tocó el banjo en un instrumental tradicional, la mandolina con gotas de calypso y el piano mas nueva orleansiano, pleno de groove. Pero lo mejor quedó para el final con la garra de “T.V. Mama” un tema en el que la guitarra gruñó roñosa. La tradición manda, es la base, pero qué quieren que les diga, a mi me gusta más la roña.
Lugar: Mendizorrotza (Vitoria)
Fecha del evento: 13 de julio de 2016
Texto y fotografías: Lorenzo Pascual