El pasado domingo vivimos una sesión de rockanroll desatado, de riffs furibundos en la Kutxa Beltza del Kafe Antzokia. Rendía visita a la capital del mundo Deke Dickerson junto a los Sex-Phonics (tres miembros de los Sex Museum y uno de los A-Phonics). Y bien que se lo montaron haciendo bailar a una peña que casi llenaba la coqueta sala. Ya sabíamos de lo que era capaz el bueno de Deke tras su visita apoyando a los enmascarados Straijackets, pero como cabeza de cartel se salió a la guitarra, se bañó en sudor y cantó con vozarrón (siempre me ha parecido que tiene un deje country).
Puntuales, desparramaron durante hora y poco, rápidos y contundentes, 27 temas, bises incluídos. Tocados con sombreros vaqueros (Deke se lo quitó poco después para calzarse una gorra) sonaron perfectamente imbricados, alentados por los gritos de los escuderos y con una sonorización estupenda. La fiesta estaba garantizada, el surf reptaba danzón con instrumentales canónicos (el “Besame Mucho” fue resultón), el garaje sonó volcánico y el rockanroll sobrevoló permanentemente la sala.
Y el cachondeo se trasladó al respetable. Versionando el “Girl Happy” de Elvis (“el único rey” gritó su émulo bilbaíno) subió una chica disfrazada de vaca (Fernando Pardo quiso cambiarla el título por “Cow Happy”) que, desatada (era una despedida de soltera con sus amigas de blanco y con pañuelico rojo, San Fermín mediante) se marcó un orgiástico baile que nos reconcilió con la parte más lúdica y divertida del rockanroll. Y ahí no quedó la cosa. En los bises y con Deke entre el público, el más fiel seguidor de Elvis en la villa se marcó un baile de esos madurados con los años en fiestones al uso. Agotado acabó el hombre.
Así acabamos todos, agotados, en un concierto que se pasó en un suspiro y nos dejó con ganas de más. Así que Deke, vuelve cuando quieras.
Texto: Lorenzo Pascual
