La segunda de las fechas de la recién iniciada gira de presentación del último trabajo de Nacho Vegas, “Violética”, y que tan buenas críticas ha cosechado, tenía lugar el pasado jueves en el Círculo de Arte de Toledo, una antigua iglesia reconvertida en sala de conciertos y diversos espacios culturales ubicada en el casco histórico de la ciudad, que daba el pistoletazo de salida a la temporada de conciertos con la presencia del músico asturiano.
Sin ninguna duda, a Nacho Vegas no le podía sentar mejor el idílico lugar en el cual hizo acto de presencia vestido, para la ocasión, de manera impecable con camisa blanca y traje negro apenas unos segundos después de que los miembros de la banda que le acompaña ocupase sus respectivos lugares.
Lo que vendría a continuación lo incluiría en un catálogo del buen gusto, en lo que fue una demostración de lo que es conexión y armonía para el deleite de un sector de fans afortunados de degustar sin agobios de tan digna demostración artística. Y es que apenas media sala era ocupada pero el ímpetu y entera atención de la mayoría de los presentes bien supera a esos otros eventos que cuelgan el cartel de sold out con un público más preocupado de hacerse un selfie o grabar varios vídeos sin importarle ni centrarse verdaderamente en lo que está sucediendo ante sus ojos.
Por supuesto, no es fácil contentar a todos por igual ya que la propuesta del astur requiere de escuchas previas para reconocer el terreno en el que se mueve y ese no es otro que el de la poesía para hablar de los demonios internos y las diferentes vivencias que día a día transcurren en cualquiera de nuestras calles y hogares. Tampoco es que sea muy excelso en movimientos ni especialmente comunicativo, de hecho en este aspecto se le nota retraído, lo cual no provoca la instantánea chispa conectiva entre artista y el público más desconocedor de su obra. Pero cuando interpreta, poco a poco y de manera progresiva va cogiendo pulso como si de una pastilla efervescente de efecto retardado se tratara en concordancia mimética con la banda sonora que sus cinco fieles músicos dotan a sus palabras de la intensidad, fuerza, drama, tristeza, esperanza y/o sosiego que cada una de sus historias requiere. A la cabeza de éstos destaca Abraham Boba, a quien el tiempo le ha dado la razón a los argumentos que me esgrimió en una conversación que tuvimos hace años y en la que debatíamos sobre cual era el mejor lugar para disfrutar de un concierto de Nacho y donde, acertadamente, el teclista hacía mención a la importancia del sincero porte de la banda y la atención del espectador y no tanto a la localización, aunque, en este sentido, sigo pensando que hay sitios que engrandecen más su propuesta, como fue éste el caso.
En definitiva, enseñando las cartas desde el primer momento con El Corazón Helado fueron entretejiendo un cancionero compuesto de temas del último disco, entre los que destacamos Ser Árbol, la reflexiva Ideología o los tonos sosegados de Desborde, con otros más vitoreados como fueron Ciudad Vampira y otros tantos cortes imprescindibles de diversos y anteriores álbumes como La Plaza de la Soledá, Morir o matar o La Gran Broma Final, para terminar concluyendo con el alegato íntimo de Maldigo del Alto, mostrando mucha complicidad entre los seis componentes, con un destacado Joseba Irazoki a las seis cuerdas, un gran saber estar sobre las tablas y muchas ganas de agradar al respetable en todo momento, lo que se tradujo en una sonora ovación más que merecida a su salida del escenario.
Para los bises se guardaron las ganadoras Dry Martini S.A. y El hombre que casi conoció a Michi Panero, aunque a esas alturas ya tenían la partida definida y a todo el respetable metido en el bolsillo, momento que aprovechó el protagonista de la noche para desatarse a pie de escenario mientras todos tatareaban “sa la la lalalá”.
Así pues, tal y como nos sugirió, y tras dibujarnos una sonrisa en la cara por el espectáculo vivido y sus sinceras palabras de agradecimiento por las muestras de cariño y pleitesía recibidas, marchamos para casa sabedores de haber sido testigos de una de esas noches que no por esperadas dejan de ser espléndidas.
Lugar: Círculo de Arte (Toledo)
Fecha del Evento: 27 de Septiembre de 2018
Texto y fotografía: Luis Lopez