Ya llevaba un tiempo sin catar jazz en directo. Y mira que estoy rodeado de festivales de postín y que en el capital de la galaxia se programa con asiduidad. Pues nada, que no veía algo que me interesara. La ignorancia se daba la mano con la dejadez y tampoco buceaba en la red para informarme de los nombres que aparecían en la agenda. Pero hete aquí que el pasado viernes los Travellin’ Brothers tocaban en el Kafe Antzokia y un tal Gilad Hekselman se colaba de rondón en mi periscopio musical con un bolo que me permitía el doblete. Me sumergí en internet y lo que vi me atrajo como para acercarme a la Sala BBK.
Y es que la Bilbaína Jazz Club, en su ciclo programaba a este fino y joven guitarrista, mudado a principios de este siglo a Nueva York, en donde descolló y ganó fama (se llevó el Concurso Internacional de Guitarra Gibson Montreux del 2005) lo que le permitió tocar con todas las estrellas del género. Puntual, como siempre en la Sala BBK, y en formato trío Hekselman ofreció un concierto que discurrió entre la calidez de una guitarra digitada con maestría y los vericuetos de pasajes improvisados que elevaron la calidad del bolo, en especial cuando el batería, sin un solo que llevarse a las baquetas (¡¡cómo me gustan los baterías de jazz cuando no practican el onanismo tamboril!!), entraba en escena.
Ocho temas en los que la guitarra de Hekselman copó el protagonismo y que a mi se me hicieron largos, por los desarrollos y por el mimetismo entre ellos pese a las improvisaciones. Ya lo he dicho, el batería entraba y aquello se despejaba (“Tokyo Cookie”). Cayeron temas de su último disco en progresión bebop, baladas cool, algunos temas con groove e interpretaciones de temas de sus influencias, en especial una de Jerry Garcia y otra de Badem Powell (“Samba Em Preludio”). Con “Verona” de su último disco se despidió en el bis.
Lugar: Sala BBK (Bilbao)
Fecha del Evento: 20 de Abril de 2018
Texto y fotografias: Lorenzo Pascual