Joaquín Carbonell te describió como “deslenguado y corrosivo, dotado de una lengua imprevisible”. En el “Heraldo de Aragón” han dicho de ti que tienes un “humor corrosivo y venenoso, pero tierno a la vez”. Incluso te han comparado con Albert Plà. Pero, ¿quién es en realidadJUAKO MALAVIRGEN?
Lo que se ve en el escenario es lo que soy: actúo vestido de calle y no cambio de personaje. Me gustan las pelis de Bud Spencer y echar migas de pan a los pájaros. Las comparaciones las usan los periodistas para trabajar menos…
Dibujante, guionista, monologuista, músico… ¿Hay algo que Juako no sepa hacer?
La pregunta debería ser: ¿cuándo te decidirás a algo bien en lugar de chapucear en todos los gremios? Es que en la pregunta parece que habléis de Leonardo Da Vinci, que dicen que lo hacía todo bien… aunque yo no lo tengo tan claro. Seguro que siempre se le pasaba la paella o escupía al hablar; pero algo tendría, seguro.
¿Cómo definirías tu espectáculo?
Yo, para empezar, quitaría la palabra espectáculo, que no deja de ser un tipo hablando y tocando una guitarra. Digamos que es una hora y media de risas, nada más y nada menos, que a veces a la alegría se le da menos importancia que a otros sentimientos mucho más absurdos, como el amor romántico.
En tu espectáculo mezclas tus monólogos con música que tú mismo tocas en directo, ¿cómo se llegan a mezclar estas dos cosas tan dispares aparentemente?
Yo soy incapaz de cantar una canción sin parar catorce veces para contar lo que se me va ocurriendo. Eso hace que el espectáculo sea siempre distinto y que la gente no se canse. Por otra parte, los monólogos esos que ponen por la tele a mí no me gustan, me saben a prefabricado. Es como si ya tuvieran marcadas las pausas para que el público aplauda. Prefiero las croquetas caseras a las congeladas.
Intentas incluir al público en tus actuaciones, que participen o bien haciendo coros o incluso haciéndoles sentir identificados con las situaciones que plantean tus monólogos pero, ¿te has encontrado alguna vez con un público que fuera más duro de roer y no se riera durante tu show, o no participara tanto como tú hubieras querido?
Muchas veces. Hay un fenómeno muy curioso: gente que va a un monólogo a hablar. Es como ir al cine y sentarse de espaldas o ir a una whiskería a cascársela. A algunos públicos les queda grande lo de “el respetable”, así que no suelo morderme la lengua con ellos. Y luego hay gente a la que no le gusta lo que hago, pero suelen ser personas normales que se limitan a evitar el lugar en el que actúo.
Las historias de algunas de tus canciones son tópicos bastante comunes entre la gente, como la que planteas en “Ojalá por un segundo” o “Madre solo quiero tres albóndigas”. ¿Te han sucedido realmente cosas así?
Aunque entiendo que las historias más surrealistas no se las crea nadie, no me invento nada. A todos nos ha saludado alguien por la calle que no recordamos quién es. En mi caso, una vez esa persona resultó ser mi novia y de ahí salió una canción. Igual es que tengo mala suerte, o más tiempo libre que el resto…
¿Cuál es el sitio más extraño en el que has tocado y la situación más surrealista que has vivido durante una actuación?
He actuado en piscinas, institutos, monasterios, en la cárcel, en bodas, bautizos, cumpleaños… subido en un remolque, subido en un futbolín, en la calle a bajo cero… Una vez los que me contrataban me preguntaron si podía cantar bajito, para no molestar a sus clientes mientras cenaban.
Has tocado junto a varios artistas tanto aragoneses como vascos, cántabros… ¿Hay alguien con quien te gustaría dar un concierto y aún no lo hayas hecho?
A mí es que no me gusta demasiado trabajar. Claro que me gustaría coincidir con Graham Chapman, pero para comer unas costillas; o irme a pescar con Terry Pratchett.
Tu próximo disco “Érase una hez” está previsto para el próximo mes de noviembre, ¿puedes adelantarnos alguna novedad que aún no se sepa sobre él? El disco se editará en un formato que los más jóvenes tal vez no conozcan: el compact disc. Es una cosa redonda con un agujero en medio, que lo metes en algunos electrodomésticos y suena música. Y tengo pensado cobrar dinero por ellos, que no sé si es una idea romántica o directamente estúpida.
La fórmula del monólogo musical de tu mano parece que funciona pero, ¿tienes algún otro proyecto que no vaya en clave de humor? Ideas voy teniendo: que si un show infantil, que si una novela… pero tengo el defecto de verle siempre el lado gracioso a las cosas. Si yo hubiera rodado “El Padrino”, en la escena del restaurante, a Michael Corleone se le hubiera caído la pistola al váter.
Tanto el festival “Mundo Idiota” como el “Mongoberfest” han tenido bastante éxito. Éste segundo ha sido más escaso en fechas con sólo dos actuaciones (Santander y Aranda), ¿tenéis previsto ampliar a más fechas?
Yo espero que sí, se pasa muy bien currando entre amigos, y viendo de postre un concierto de Los Gandules y otro de El Reno Renardo. Se lo tenéis que preguntar a Los Amanece Producciones.
Has ganado varios premios en certámenes de monólogos y humor sobre todo en Aragón, ¿has pensado en ampliar tu currículum y presentarte a algún certamen a nivel nacional? No gano nunca nada, siempre me quedo finalista. Aunque creo que mi dossier sí habla de premios, porque ¿quién no ha mentido en su currículum? Yo en el mío tengo puesto “inglés grado medio” y cosas como “Ofimática orientada a la mecánica de fluidos” (que viene a ser mirar porno en Internet).
¿Se puede vivir del humor?
Acabo de llamar a mi gestor y dice que sí pero que, de momento, mejor de alquiler.
¿Qué le pides a 2014?
Poco 2014 queda ya, así que dejémoslo morir tranquilo, que no ha sido un mal año. Y tampoco pienso en el 2015, que yo vivo a una semana vista. Mira, esta noche voy rebozar unas berenjenas y, a partir de ahí, ya se verá…
Texto por Blanca
