Moonlight es un drama íntimo que retrata el desarrollo de Chiron, un joven afroamericano condicionado por circunstancias difíciles: una madre drogadicta, un barrio peligroso y el conflicto interno de su propia sexualidad.
Es una película que habla sobre la identidad. Sobre mostrarse uno mismo frente a la identidad que los demás le imponen. “Los negros parecéis todos azules a la luz de la luna. Te llamaré azul”. Idea reforzada por los 3 capítulos que dividen el film, que se corresponden con la infancia, adolescencia y madurez de Chiron, y que alternan motes impuestos por los demás con el nombre real del personaje.
Chiron no encaja en un mundo de apariencias. Como respuesta a los abusos que sufre se forja una coraza de músculos que sin embargo esconde un interior emocionalmente vacío.
El estilo visual se acerca al interior de los personajes a través de una mirada íntima. Los sentimientos en ocasiones se describen a través de escenas extrasensoriales y pinceladas de expresionismo pintadas con luz coloreada. La música clásica y melancólica refuerza las emociones que continuamente brotan de la pantalla.
Moonlight es una película imprevisible alejada de estereotipos, con personajes complejos y ricos en matices. Entre las actuaciones del reparto, de una gran profundidad, destacan las de la madre de Chiron (Naomie Harris), soberbia en su papel de madre drogadicta y demostrando su gran versatilidad después de haber interpretado a una bella chica bond. Mahershala Ali, ganador del oscar a mejor actor de reparto por su papel de Juan, narcotraficante cubano que se erige como “padre adoptivo” del niño desorientado. Y un grandísimo Ashton Sanders (Chiron durante su adolescencia) quien transmite gran fragilidad que produce lástima en el espectador.
Moonlight habla sobre la drogadicción, el acoso escolar y la homosexualidad, pero sobretodo habla del ser en busca de su propia identidad.
En su contra tan solo puede decirse que el tercer acto se hace algo lento.
Texto por JM Charro