La aclamada Imelda May se une al cartel del BBK Music Legends Festival donde presentará en el MLF su último disco “Life, Love, Flesh, Blood”, quinto larga duración y primer trabajo en tres años, cuyo lanzamiento está previsto para el 7 de abril. Las primeras críticas en Reino Unido en el Evening Standard señalan que May “ha derramado su corazón y su alma en su nuevo álbum.” Su productor, T Bone Burnett, ha dicho de May “cuando la conocí era una cantante irlandesa punk-rockabilly con una gran banda. Me intrigaba su manera de entender esa forma de arte americano, parte de la cual por supuesto, se había originado en Irlanda. Cuando me la encontré algunos años después, había cambiado y estaba escribiendo y cantando…con una intensidad salvaje, a corazón abierto”. La propia May añade “es terapia, como escribir un diario que todo el mundo lee. Algunas de mis canciones favoritas no dicen mucho, pero lo revelan todo”
“Life, Love, Flesh, Blood” incluye la colaboración de Jeff Beck en la guitarra y el maestro al piano Jools Holland, además de un destacado grupo de artistas que incluye al guitarrista Marc Ribot (Tom Waits, Elvis Costello), el batería Jay Bellerose (Elton John/Leon Russell, Ray Lamontagne) y el bajista Zach Dawes (The Last Shadow Puppets, Mini Mansions), la misma banda que grabó el Raising Sand de Robert Plant y Alison Krauss. Grabado durante 7 días en Los Ángeles, el álbum incluye aportaciones en las letras de Angelo Petragalia (Kings of Leon) y Paul Moak (the Blind Boys of Alabama, Martha Wainwright).
Su impresionante rango musical abarca desde el clásico rock de los años 50 y el Soul más dramático, hasta su vertiente más sensual, pasando por el atrevimiento y el descaro. La reputación de Imelda como vocalista se puede deducir de las figuras junto a las que ha actuado a lo largo de los años, como Lou Reed, Smokey Robinson, Tom Jones, Meat Loaf, David Gilmore, Sinead O’Connor, Wanda Jackson, The Chieftains, U2, Robert Plant y muchos más.
De ella ha dicho Bono, de U2: “Adoro la chica que solía ser, pero creo que me gusta aún más la mujer en la que se ha convertido. Todavía traviesa y juguetona, todavía una sirena, pero con un dolor en la voz que me tiene con la oreja pegada a su pared, escuchando ese mundo suyo en cuya habitación se han instalado los problemas”.