Que Tricky está de capa caída es algo que veníamos escuchando desde hace tiempo. Por eso, y gracias al Escenario Santander, decidimos acercarnos para comprobar si esas afirmaciones eran correctas. Y sí, la verdad es que ir a un concierto de Adrian Thaws y su banda es para ser muy fan del artista de Bristol, pero de su música y repertorio actuales.
Lejos queda ese artista al que muchos conocimos como uno de los grandes referentes del trip-hop, junto a sus compañeros de Massive Attack o Portishead. Aún recuerdo el efecto que “Makes me wanna die” tuvo en mi propia adolescencia, canción que por supuesto no sonó en su setlist.
Actualmente están de gira presentando su último trabajo de 2016, “Skilled Mechanics”, que fue básicamente lo que sonó durante la escasa hora de su actuación. Un álbum que no se acerca ni de lejos a los grandes trabajos que dieron a conocer al grupo, “Pre Millennium Tension” o “Maxinquaye”.
Para quien haya visto recientemente a la banda en directo no le sorprenderá su actitud, pero sí es cierto que para quien no conociera su “modus operandi” pudo llegar a ser un auténtico shock. Tricky pasó más de la mitad del concierto frente a su batería (dando la espalda al público) fumándose unos cuantos pitillos (esta vez no parecían canutos, pero vaya usted a saber) y en su trance habitual que le impide crear el feeling necesario con su público. Movimientos acelerados de rodilla, más que sus propias composiciones, mientras se apoyaba en los dos pies de micro que abrazó durante la otra mitad de su actuación, la que hizo cara al público. Un pobre ingenuo tomó ejemplo del frontman y se estaba echando un cigarro en la sala, creyendo que era una buena idea. Pero se ganó una roja directa y fue expulsado de la sala. Lo primero que pensé fue que después de haber pagado semejante pasta le habían hecho una faena. Más tarde le envidiaba.
Se echó en falta cualquier otra voz, como la de Martina Topley-Bird, Francesca Riley, Ajeya o K Bleax, que han acompañado al artista en otras de sus actuaciones. Probablemente hubiera ayudado a que nuestro sabor de boca tras el concierto no fuera tan amargo, a pesar de que su propio guitarrista intentó echarle un cable en esto, cantando en falsete “Parenthesis”, que fue quizás el mejor tema de la noche pero no suficiente como para levantar el show.
El formato trío elegido no supo satisfacer las necesidades de un público que se dedicó más a darle al palique, aburrido, que a disfrutar de lo que la banda le ofrecía. Y con razón. Parte de los asistentes abandonaron la sala en estampida cuando los británicos decidieron hacer un parón pasados 45 minutos desde que diera comienzo el concierto. A su vuelta ofrecieron un corto BIS y desalojaron el escenario.
En resumen: un precio excesivamente caro, una actuación breve, pobre, un sonido deplorable en el que los micros de voz, probablemente por exigencia del propio artista ya que sabemos que la sala de para mucho más, quedaron en un segundo plano. Voces desaparecidas tras los graves de la guitarra y batería, demasiado subidos de beats y con excesivo reverb, que distorsionaban lo poco que se oía sobre las bases. Desde luego es un grupo que se digiere mejor en sus álbumes de estudio con todos los arreglos que ello conlleva. Ni qué decir de la evidente falta de iluminación, ésa que Tricky siempre quiere en sus directos, que hizo que los fotógrafos las pasaran realmente canutas para sacar una foto en condiciones.
Para terminar su actuación pidió, como siempre, que el público le acompañara sobre el escenario, dando paso al momento más ridículo de toda la velada en el que los “fans” hacían como que bailaban, enfadados y arrítmicos, cual raperos malotes de Detroit.
Lugar: Escenario Santander (Santander)
Fecha del evento: 13 de marzo de 2016
Texto: Zaioa
Fotografías: gaizka
