¿Os acordáis de aquella Zahara que con timidez se subía en Úbeda por primera vez a un escenario? ¿O de esa chica pop que comía pasteles y repartía piruletas? Pues esa Zahara ya no está, ni si quiera se la intuye en lo alto del escenario, ahora lo pisa con fuerza, con la seguridad que le da el llevar muchos años en esto de la música.
La evolución artística de Zahara es lo que podemos llamar un Sandy Olsson en el terreno musical, es decir, que esa chica que se nos presentaba con canciones sobre Chicos Fabulosos un día se enfundó en un traje de cuero, se plantó delante de Danny Zuko y dejó a todo el mundo con la boca abierta. Y eso es exactamente lo que ha pasado en la Joy Eslava de Madrid, aunque Zahara ha cambiado el estilismo de Olivia Newton-John por un fabuloso vestido de Moisés Nieto.
Zahara aparecía sobre las tablas escoltada por una banda de lujo, Martí Perarnau a la guitarra tejía los primeros acordes que nos daban la bienvenida a “Tú me llevas”, y así, dejándose llevar el público la cantaba y Zahara se mecía con las voces de sus fieles que habían llenado hasta la bandera la Joy Eslava. La de Úbeda ha hecho del escenario su casa, y como si en su mismísimo salón estuviera se sumerge en la melodía creada por el teclado de Víctor Cabezuelo de “El universo” hasta olvidar dónde estaba, tan solo bailaba con los ojos cerrados, moviéndose muy despacio, como si la música la hubiera secuestrado y la hubiera llevado a un lugar mejor. En “General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la Luna”, Martí hizo que olvidáramos por completo a Ricky Falkner y nos atrapó con su voz cósmica. Poníamos así punto y final al formato banda para dar paso a esos acustiquísimos que tanto nos gustan.
El escenario era solo para Zahara y se propuso llevar a cabo su misión, deshelarnos, romper esa coraza emocional que todos llevamos puesta a base de canciones que se te clavan dentro y con “El lugar donde viene a morir el amor” algunos corazones se partieron en millones de colores, pero otros aún presentaban batalla. Llegaba el momento de máxima tensión para Zahara, aceptar democráticamente la decisión que tomaron sus fans y cantar “Cartas entrelazadas”, aquella canción inocente y romántica que escribió con 17 años, pero claro enfrentarte a tu amor adolescente con treinta y pocos es difícil, así que decidió que la única forma de salir decentemente de ese mal trago era encadenar con una versión del “Only girl in the world” de Rihanna y entre risas superamos ese amor virginal para dar paso a “Olor a mandarinas”, la cual supuso un reto sintáctico para muchos de los asistentes.
El deshielo continuaba con un invitado de lujo, ese hombre que te pide que le lleves a ver salir el Sol desde todos los portales de la Luna, el gran Quique González. Comenzaba el viaje más largo, otra vez, vigilándose de reojo el uno al otro sin poder disimular la sonrisa, el escenario se llenó de magia y complicidad. Y ahí estaban el uno junto al otro de nuevo, aunque esta vez las piernas de Zahara no ardían sobre el salpicadero, sino bajo los focos y la atenta mirada del respetable y demostraron que juntos eran capaces de llevarse bajo el brazo al público, a la Luna o lo que hiciera falta. Por si aún quedaba algún valiente que aguantaba congelado ante la actuación de Zahara llegó “Con las ganas”, esa canción que canta desde lo más profundo de su ser entre lágrimas y quejidos, con los primeros rasgueos de guitarra el público enmudeció, nadie se atrevía a cantarla, la voz de Zahara iba calando poco a poco dentro de nosotros clavándose hasta dentro de tal manera que creo que jamás podré sacármela de la cabeza.
Nuevo cambio de formato, tocaba el trío formado por Víctor Cabezuelo, Martí Perarnau y Miguel de Lucas, Zahara demostraba una vez más que el escenario era suyo. Tuvimos la oportunidad de escuchar “Oh salvaje”, que nos adelanta que el nuevo disco de Zahara será algo más rockero y que tendrá mucha garra. Ya no quedaba nadie por rendirse ante lo evidente, Zahara nos había conquistado a todos, incluso a la sala Joy Eslava, donde “El Invierno” llegó de repente con una nevada que caía lentamente sobre le público. Con “Camino a L.A.” nos despedimos de la Zahara más visceral que hemos visto sobre un escenario.
Ahora dejemos reposar la nieve que nos acompañó durante aquella noche, que los copos se asienten para volver a crear esos glaciales de hielo que como lenguas se deslizan por la espalda, para que dentro de unos años podamos a derretirnos en una gira tan especial como esta.
Lugar: Joy Eslava (Madrid)
Fecha del evento: 13 de noviembre de 2014
Texto: alba
Fotografías: alba