Regresé a la sala BBK; esta vez para ver a Rachel Brotman Quintet.
Tengo que decir que no los conocía más que lo que escuché el día anterior para saber con lo que me iba a encontrar.
La sala estaba acondicionada con sillas y mesas, de tal manera que te podías tomar una cerveza mientras disfrutabas del concierto. Eso ya da pistas sobre el tipo de música que vas a escuchar. Algo también influyó que la cerveza 1906 patrocinara el evento…
Me senté en primera fila para, además de escuchar, ver los detalles.
La puesta en escena no podía ser más de tú a tú, salieron los 5, se pusieron a hablar entre ellos y de repente Rachel marcó el one, two, three four y a tocar. Nada de súper-entrada ni nada por el estilo, es como si tocaran en casa.
La formación es piano, bajo eléctrico, batería, fliscorno y la voz de Rachel.
Era un sonido de directo, sonaba exactamente igual que sin amplificar, me refiero a un sonido limpio, sin efectos ni trucos. La música tiene base de jazz pero desde mi punto de vista, el componente jazz es un trocito de la música que hacen y no el fin.
Una música muy smooth en todo momento. Si hubiera que representar los temas en una gráfica sería una línea horizontal sin grandes altibajos, con unos matices bien definidos y contenidos siempre dentro de un entorno de terciopelo.
La voz de Rachel recuerda impepinablemente a Nora Jones, ambas comparten esa voz melosa, aunque la voz de Rachel no es tan “empalagosa” como la de Nora. Juzgad vosotros mismos escuchando algún tema, por ejemplo este:
Ponía todo el sentimiento en cada sonido que salía de su boca, su expresión y gestos lo decían todo.
Diría que en las composiciones la voz es un instrumento más que muchas veces no sobresale entre el resto y simplemente está integrada en la totalidad.
Casi todos los temas tenían una introducción suave y un final aún más suave, casi siempre acababan con un pianissimo largo, eso hacía que el público no supiera cuando aplaudir hasta que definitivamente no había sonido alguno pasados unos segundos.
El pianista (Yago Vázquez) tiene un papel importante, muchos de los temas comienzan con un piano tocando solo en un contexto de armonías jazzísticas, sin prisas, todo muy despacio para que no se escape ninguna nota por el camino. Tocaba como si estuviera en trance, en cámara lenta, con la cabeza gacha y digiriendo cada nota. En cada tema acompañaba y armonizaba creando sonoridades etéreas.
El bajista (Zach Lane) cumplió, pero pasa más o menos inadvertido sin tener el protagonismo en ningún momento salvo un pequeño solo en todo el concierto. Más o menos lo mismo que el fliscorno (John Raymond) que se limitaba a hacer sonar notas largas en fusión con las armonías, notas muy sutiles que, en conjunción con el resto, conformaban la situación onírica que estuvo presente en todo momento. También tuvo sus pequeños momentos de importancia con alguna melodía y pequeño solo, pero siempre dentro de unos márgenes muy delimitados.
El batería (Anthony Taddeo) es el cómplice de Rachel, mantenían conversaciones entre ellos entre tema y tema. Además Anthony hacía algún que otro coro, cosa que hacía muy bien con un resultado muy bonito de fusión de voces. Su manera de tocar, similar al resto, contenido aunque en esta ocasión si tenía más libertad para salirse un poco de la norma.
En definitiva un grupo donde todos los componentes consumen la misma “droga” que les hace tocar de una manera peculiar, en un continuo cuelgue surrealista donde la música parece sacada de un sueño de Dalí.
Lugar: sala BBK (Bilbao)
Fecha del evento: 12 de junio de 2014
Texto y fotografías: gonzacid
